jueves, 25 de septiembre de 2008

Cuando llega la Hora




Que a gusto se queda uno
cuando comienza a charlar
con las gentes de su tiempo;
con las gentes de su edad,
y cerquita del Gambrinus
en ambiente cuaresmal
con perfumes de naranjos
y torrijas enmelás
se recuerdan viejos tiempos
de capirote y costal
sin frikis ni mamarrachos
que vinieran a inventar…
Que buen ratito se pasa
con la gente de verdad;
la que siempre ha comprendido
esta fiesta sin igual,
desde un sin fin de matices,
pero sabiéndola amar
y respetar sus pilares
de religiosa verdad,
y no quedarse en la dermis
para su alma olvidar.
Que alegría me da en las vísperas
ver la aguja en el pajar
después de un año completo
teniendo que soportar
a rizadores de rizos,
remangones de costal,
trompeteros de mojones,
y ateos con antifaz.
Ya lo ha dicho el Pregonero:
ponerse, que “viallamá”
vámonos con ella al cielo
con la Sevilla sin par
la auténtica, sin embusteros
la que busca su verdad
y perfuma al mundo entero
con ramitos de azahar.

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